He descubierto que el ego es como el vino. Y que se consume mucho y mal. Una copa es buena para el corazón, pero en grandes cantidades se te sube a la cabeza y distorsiona la realidad, perjudica la conducción o te puede llevar a cometer graves errores.
He notado que nos encontramos en un curioso momento en el que la humildad no se lleva y la gente no sólo tiene el ego por las nubes sino la piel más fina que un papel de fumar.
Sí, se estila estar intensitx y ofendiditx a partes iguales, aunque supongo que ha de ser muy práctico tener el termostato tan alto porque ahorras en calefacción. ¡Pero es que la gente tiene el ego a punto de ebullición! Como el vino, congelado no sirve para nada, pero tan caliente… tampoco.
Aunque hay buenos vinos jóvenes, valoro especialmente aquellos que han sabido envejecer bien, sin avinagrarse, y prefiero los que tienen fondo a esos que se presentan con mucha floritura y fuego artificial pero después de la sensación inicial no tienen nada. No me malinterpretéis, esos que tienen muchos años y son espesísimos me sientan fatal.
Y hablando de edad: curiosamente si algo me está pasando a mí con los años es que destino mis energías de forma muy distinta. Cada vez me interesa menos el conflicto egocéntrico (y no es que vaya carente de ego), pero sobre todo creo más en las personas que en el sistema; más en el buen trato que en los títulos; más en el humor positivo que en la altanería. Y bebo vino, obviamente.
En lo laboral, por ejemplo, tras veinte años de profesión he decidido dar más abrazos que rapapolvos, intento provocar una sonrisa en vez de un conflicto, y prefiero ofrecer una reflexión a una recriminación.
El resultado es que no sólo mis usuarixs responden mejor, también me están sucediendo regalos inesperados de la vida. Algunos en forma de vino.
Obviamente, con una repuesta tan buena, mi ego tiene la tentación de subirse de tono, pero entonces yo le recuerdo que no soy menos que nadie, pero tampoco más. Y me hidrato la piel para no tenerla tan sensible. Y río. Y busco rodearme de gente que vaya en el mismo carril.
En fin, amigxs, guardemos la intensidad para el teatro, la cama y la cocina. Recuperemos la humildad y el humor. Y pongamos el ego, como el vino, a enfriar.
¡Sed muy Felices!
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Tú sí que eres un buen caldo. Comparto contigo el alejarme de los vinos excesivamente intensos o de los de florituras que no llegan al segundo bouquet.
Qué bien nos entendemos. ¡Te invito a un vino!
No sé, desde luego hay que resetearse de vez en cuando, pero la edad tiene de bueno, que lo hace de forma automática. no sé no entiendo mucho de egos…pero qué bueno está el vino!.
un abrazo!!
Jajaja. Viva el vino y personas como tú. ¡Te adoro!