En parte me alegra que mi abuelo no pueda presenciar lo que está sucediendo. Y no me malinterpretes, sería el más feliz del mundo si pudiera compartir de nuevo una charla, un paseo o una mañana observando las hormigas con él.
Mi abuelo, que fue huérfano de padre porque “en aquellos tiempos sólo la clase privilegiada podía acceder a ciertas atenciones médicas”, no cesó hasta que hubo ambulatorios por todo el pueblo y para todo el pueblo.
Porque mi abuelo, junto a mucha otra gente, se partió la cara y la espalda por la educación, por la sanidad y por la búsqueda de la igualdad para todxs.
Mi abuelo me llevó a visitar la cárcel donde lo metieron “porque en aquellos tiempos no había un Defensor del Menor” y a la que por poco vuelve al defender sus ideas, que no eran otras que “oportunidades para todo el mundo”. Porque hay gente privilegiada que piensa que si enfermas o eres pobre es porque quieres, y para quienes la miseria de muchxs es rentable.
Mi abuelo, como mucha gente, tuvo que ir a trabajar a Francia, a la vendimia (y a lo que surgiera), en un claro ejemplo de uno de los productos que más ha producido (y produce) España: emigrantes. Somos -aunque evitemos recordarlo-, una tierra de emigrantes, con la única diferencia que cuando alguien de España logra algo fuera (ya sea una ingeniería o servir mesas) “ha conquistado”, mientras que quienes vienen aquí “nos asaltan”.
Mi abuelo denunciaba lo que él llamaba “las loberas”, esas “fábricas de lobos que buscan someter al pueblo llano” , porque quienes controlan el relato controlan el poder. Loberas fueron las escuelas y son los medios de comunicación.
Para mi abuelo era muy importante deshacer esas loberas y promover el bienestar general, y le preocupaba que “hay gente que cree en lo que no ve y no cree en lo que ve”.
Mi abuelo vivió defendiendo los Derechos Humanos, preocupado especialmente por el trato a la gente migrante y al colectivo LGBTI, y le aterraba la legitimación de la violencia porque la había conocido de cerca.
Mi abuelo consiguió convivir sin rencor pero no sin temor a que los lobos volvieran a asomar.
Mi abuelo siempre apreció a la gente que dudaba y receló de quien parecía saberlo todo, porque quien dice saberlo todo también dice saber de quién es la culpa, y casualmente la culpa suele ser de la gente desfavorecida.
Mi abuelo -como mucha otra gente valiosa a quienes debemos tanto- ya no está.
Tú, que puedes, si ves a un lobo, duda.
Un abrazo enorme.
Qué gusto que estés aquí.
IG (☞ ゚ ∀ ゚) ☞ ◙ @agustinkong
¡Qué maravilla, tu abuelo! Se espantaría de ver el declive histórico actual, pero sus esfuerzos no han sido en balde. Como mínimo, tu eres un esqueje de los muchos que ha dejado.
Ojalá no sean en balde. Un abrazo muy muy fuerte.
Jamás olvidaré a tu abuelo.
«Señor, a mi me encargaron que me lo lleve a la boda.»
Me ve el escote y responde:
«Ah! Si? Pues yo contigo voy a donde quieras.»
Jajaja, pura vida y sabiduría en movimiento. <3
Que falta nos hacen los abuelos.
En mi caso fue mi abuela materna y cada día añoro más su sapiencia.
Te abrazo fuerte.
Mercè
Un día me tienes que hablar de ella. Un abrazo ENORME
No se puede decir mejor Agustín. Que miedo dan los lobos, como dices, escondidos en los medios de comunicación.
Como hemos olvidado lo que lucharon los abuelos y los padres por darnos una vida mejor. Algunos creen incluso que han ascendido socialmente y se han olvidado de ello.
No dejes de recordárnoslo.
Una fuerte abrazo
No olvidemos. No les olvidemos.
Un abrazo enorme, compañera.